domingo, 15 de marzo de 2015

Yo no soy una sirena

Me encanta el agua, siempre fue así. 
Cuando era chica fantaseaba (qué niña no) con ser una sirena. Una vez, en un viaje de pesca que hicimos con mi familia, accidentalmente me caí al agua. Tenía unos 8 años, hacía frío. En esa oscuridad y en esa profundidad y en esa incertidumbre, sentí que estaba donde tenía que estar. Me sentí cómoda, abrazada por el frío del agua, envuelta en la ropa y la corriente. "Esta es mi casa", pensé, "acá pertenezco". Pero en realidad, me estaba ahogando. Dos brazos fuertes me jalaron de esa profundidad. Así comprobé que no, al final no era una sirena.

Las sirenas son seres mitológicos muy antiguos, mitad doncella, mitad pez. Aparentemente, su misión en la vida es engañar a los navegantes con su belleza y la dulzura de su canto, para hundirlos en las profundidades del mar. Nunca muestran su cola, su verdadera y completa naturaleza.

Con el tiempo y las cosas, comprobé también, que no sólo no soy una sirena, sino que no quiero serlo. Y - qué bueno que no lo soy.

"Si en pez acabase lo que es una hermosa mujer por encima,
¿aguantaríais la risa al verlo, camaradas?"

Horacio - Siglo I A.C.





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