Hace frío afuera, pero junto a las luces violetas y rojas
del hogar todo está en calma. Te escucho mientras me contás historias eternas
de campo, polvo de tierra e infancia; de charcos y caballos. Nunca sé si lo que
recuerdo de ellas es lo que me contaste o mi propio vuelo dentro de tu vuelo;
en realidad carece de importancia.
Cuando te recuerdo siempre es otoño. Siempre es el mantel
con bordados geométricos y el hule encima, y en el centro, en el núcleo de esa
mesa que congregó a generaciones durante decenas de años, el potus creciendo
para siempre. Algunos dicen que es una planta de baja energía, algunos no
recomiendan tenerla dentro de la casa. Para mí el potus es sinónimo del hogar,
de los mates compartidos entre confesiones e historias. Para mí el potus, el
mantel y los mates siempre sucedieron en otoño.
Para mí no hubo mayor regalo en esta vida que verte sonreír
después de esas largas jornadas, en las que volcabas tu alma sobre la mía. Por
siempre otoño en mi recuerdo, tu sonrisa para siempre. Me despido pero nunca
digo adiós, porque tu semilla florece fuerte y firme dentro mío, y llevo tu
legado de fuego impreso en mi centro.
Sé que nos volveremos a ver.
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"Otoño" - Grafito y yerba mate sobre lienzo. 38 x 55 cm. 2016. |