sábado, 16 de abril de 2016

I. Otoño

Hace frío afuera, pero junto a las luces violetas y rojas del hogar todo está en calma. Te escucho mientras me contás historias eternas de campo, polvo de tierra e infancia; de charcos y caballos. Nunca sé si lo que recuerdo de ellas es lo que me contaste o mi propio vuelo dentro de tu vuelo; en realidad carece de importancia.

Cuando te recuerdo siempre es otoño. Siempre es el mantel con bordados geométricos y el hule encima, y en el centro, en el núcleo de esa mesa que congregó a generaciones durante decenas de años, el potus creciendo para siempre. Algunos dicen que es una planta de baja energía, algunos no recomiendan tenerla dentro de la casa. Para mí el potus es sinónimo del hogar, de los mates compartidos entre confesiones e historias. Para mí el potus, el mantel y los mates siempre sucedieron en otoño.


Para mí no hubo mayor regalo en esta vida que verte sonreír después de esas largas jornadas, en las que volcabas tu alma sobre la mía. Por siempre otoño en mi recuerdo, tu sonrisa para siempre. Me despido pero nunca digo adiós, porque tu semilla florece fuerte y firme dentro mío, y llevo tu legado de fuego impreso en mi centro. 
Sé que nos volveremos a ver.


"Otoño" - Grafito y yerba mate sobre lienzo. 38 x 55 cm. 2016.

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