martes, 25 de agosto de 2015

Inconcluso

Para hablar del dolor
necesito un espacio vacío,
una esquina olvidada en una habitación
donde sentarme y contemplar la luz blanca que se filtra a través de las hendijas
de una persiana cualquiera.

Para hablar del dolor
necesito el silencio de todas las cosas,
ese hueco que se forma cuando la ausencia se presenta,
insignificándolo todo
tornando a los objetos mudos, vacíos.

Para hablar del dolor
necesito un corazón blando,

un corazón lleno, un corazón lastimado;
atravesado, arrojado, abierto y dispuesto
a caer y ahí quedarse 
hasta que pueda hablar del dolor
para después continuar con la vida.



A la más grande, para siempre.

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